Los privilegios del pobre
El pobre
es tonto, si calla;
y si habla es un majadero;
si sabe, es un
hablador;
y si afable, es embustero;
si es cortés, entrometido;
cuando
no sufre, soberbio;
cobarde, cuando es humilde;
y loco, cuando es
resuelto;
si valiente, es temerario;
presumido, si es
discreto;
adulador, si obedece;
y si se excusa, grosero;
si pretende,
es atrevido;
si merece, es sin aprecio;
su nobleza es nada vista,
y su
gala, sin aseo;
si trabaja, es codicioso,
y por el contrario extremo
un
perdido, si descansa…
¡Miren si son privilegios!
JUAN DEL VALLE Y CAVIEDES
Cuando el investigador Daniel Reedy editó la obra completa de Juan del Valle
y Caviedes (1652-1697) para la Biblioteca Ayacucho de Caracas, no quedó duda
alguna de que este poeta de origen andaluz pero criado en Perú era un clásico de
la poesía latinoamericana. Contemporáneo de Sor Juana Inés de la Cruz, con quien
intercambió cartas, del Valle y Caviedes es un poeta satírico que retrató con
agudeza las hipocresías y los prejuicios sociales de su época. Una comparación
con Quevedo es casi inevitable, y con toda seguridad recibió su influencia, pero
su poesía se distingue por un estilo directo y claro, sin los manierismos ni los
preciosismos típicos del barroco; y donde Quevedo es frontal y provocativo, del
Valle y Caviedes es moralizador y didáctico. El poema “Los privilegios del
pobre” expone los prejuicios de clase de su época sin denunciar a nadie. Y sin
embargo, al leerlo, uno dice: «Sí, es verdad, así piensan los demás…». Es un
poema que provoca el proverbial descubrimiento de la brizna de paja en el ojo
ajeno.
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